La sede de la Abogacía de Málaga en el Paseo de la Farola cumplió 30 años con la presentación de una nueva escultura y un mural creados por el abogado y artista malagueño José Manuel Cabra de Luna, presidente de la Academia de Bellas Artes de San Telmo y académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su obra, cuyo título es ‘Desocupación de una esfera’, consiste en una escultura flotante y un mural-vidriera que decora el gran ventanal del patio. Hablamos con él para que nos cuente un poco más sobre su obra.
- ¿Cuál fue la inspiración detrás de la escultura y el mural que presentó para este aniversario?
No podría llamar al proceso como inspiración propiamente. La cuestión planteada funcionó de manera muy abstracta. La única motivación que latía era el tratamiento de la luz. El gran espacio interior que existe en el edificio colegial estaba “vertido al exterior”, era como si el edificio se abriera hacia la calle y los edificios de enfrente laterales. Como quiera que la visión era la trasera de esos edificios tenía la impresión de que esa imagen nos daba una “visión contaminada”, como una especie de gran patio interior y no dando precisamente a una vista bella, como podría esperarse.
Si se invertía la situación, si la luz en lugar de dirigirla al exterior, la lográsemos “verter al interior”, el espacio que se generaba se tornaría más hondo, más adecuado para una reflexión y en con la luz difuminada se aplacaría la agresividad de una iluminación, a mi juicio demasiado potente.
- ¿Cómo fue el proceso creativo para la creación de estas obras? ¿Qué técnicas y materiales utilizó?
El artista nunca sabe cómo nace un proceso creativo. El poeta, el escultor o el pintor se coloca en una situación de espera, atento a un suceder que ignora si llegará más para el que crea una situación del espíritu que haga posible un espacio (físico o mental) que pueda recibir aquel suceder.
La elección de los materiales genera una situación entreverada de muchos factores; la idea que vagamente va tomando forma interactúa con los materiales que se han elegido, o que se van eligiendo durante el recorrido de la creación. Porque no se puede olvidar que cualquier obra de arte es, antes que nada, un problema técnico a resolver y, si no se resuelve adecuadamente, no puede nacer la obra. Hacer arte es un oficio y eso conlleva una necesaria humildad para sujetarse a esos materiales, a su naturaleza.
Para el mural/vidriera se recurrió a un uso muy sencillo de láminas de vinilo que se adherían al cristal existente; de esa manera la intervención era mínima y su costo bajo en relación con los resultados. Mi pretensión al crear esa nueva visión de esa inmensa cristalera fue acudir al principio minimalista de que “menos es más” y no perder nunca de vista que a la sencillez se llega después de un largo proceso, que de ella no se parte.
Para la escultura, los materiales utilizados fueron metacrilato negro brillante y acero inoxidable para las uniones y los remaches. Dos materiales aparentemente contradictorios entre sí, pero que creo que han funcionado muy bien, que se han acoplado el uno al otro con una cierta naturalidad.
- ¿Cómo conectan estas obras con la historia de la Abogacía de Málaga?
Mi obra no es figurativa, con ella no deseo establecer ningún relato (si me permiten usar tan manoseada expresión). Mi obra se emparenta mejor con conceptos y el derecho es una extraordinaria creación del espíritu abstracto, organiza todo un mundo a través de palabras cargadas de sentido. Desde esa perspectiva mi obra sí entronca con la conceptualización jurídica, con la creación de estructuras para el hombre. Desde el arte lo hace para intentar escudriñar en la belleza; desde el mundo del derecho lo intenta conseguir profundizando en la organización de la vida en sociedad y hacerla posible racional y razonablemente.
- ¿Cómo se sintió al ser elegido para esta tarea por el 30 aniversario de un colegio del que forma parte?
Orgulloso, humildemente orgulloso, y muy agradecido.
- ¿Cómo se entremezclan sus facetas de abogado y artista?
Toda mi vida ha sido una larga lucha por la creatividad, tanto en el derecho como en el arte. La profesión de abogado, que he ejercido durante más de cincuenta años, me ha concedido un ordenado rigor mental que me ha ayudado en todo. Estoy sinceramente convencido de que la abogacía es la cara más creativa del derecho, si me permiten la expresión “el abogado es el artista del derecho” (lo cual no quiere decir que yo lo sea, sino que he aspirado a serlo).