El presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo de España, Manuel Marchena, ha participado esta mañana en el Congreso con una conferencia sobre ‘Los desafíos profesionales del abogado penalista ante la Inteligencia Artificial’.
Marchena se ha referido al desafío al que se enfrentan los profesionales de la Abogacía en un futuro en el que la justicia robótica empieza a dibujarse en el horizonte. Ha hecho suya la idea de que «en las dos próximas décadas la abogacía cambiará más de lo que ha cambiado en los dos últimos siglos».
En su ponencia, se ha referido a: la consolidación de derechos de nueva generación, como el «derecho a la indemnidad neuronal», salvaguarda del ciudadano frente a cualquier intento de los poderes públicos de manipular o condicionar su pensamiento; al derecho al «entorno virtual», como concepto expresivo del interés del ciudadano en impedir injerencias no autorizadas en sus dispositivos de almacenamiento masivo; los derechos a la «identidad y a la dignidad algorítmica»; y, finalmente, al derecho «a no ser engañados» por la información inveraz que circula en redes, que ya ha tenido una traducción normativa en el Reglamento 20165/2022 de la Unión Europea.
El presidente del TS también ha apuntado a la importancia de que la justicia nunca pierda el rostro humano, que detrás de toda solución a un conflicto social exista una decisión humana, fiscalizable, una sentencia dictada por un Juez no atado a la rigidez del algoritmo. La IA resultará indispensable como complemento para facilitar el ejercicio de la función jurisdiccional, evitando trabajos estandarizados y repetitivos, pero no podrá reemplazar el trabajo nuclear de los jueces. Asimismo, señala que “la verdad de un algoritmo es sólo una verdad estadística, que no siempre estará conectada con el valor constitucional ‘justicia’ al que se refiere el art. 1 de la Constitución española”.
El trabajo de los Abogados va a experimentar en las próximas décadas un cambio radical. Cambiará incluso el modelo de despacho tal y como se ha venido entendiendo. Pero la inteligencia artificial tampoco podrá sustituir la relación de confianza entre el profesional y su cliente, la capacidad de mediar, de ofrecer soluciones que eviten una contienda judicial.
Marchena ha concluido subrayando la importancia de que los jueces no sean degradados a la condición de máquinas expendedoras de sentencias: “Los jueces y magistrados forman parte del poder judicial y están llamados a fiscalizar cualquier forma de arbitrariedad que desdibuje el estado de derecho”.